La enseñanza es algo que nos incumbe a todos, ya que el
ser humano es lo que es gracias a la misma.
Un mundo sin enseñanza, sería aquel en el que la
interacción entre seres humanos no existiera, y puesto que el ser humano vive
en sociedad un mundo libre de enseñanza sería inconcebible; enseñamos cuando
mostramos nuestro comportamiento como
ejemplo a seguir o proponemos nuestro punto de vista, a la vez que aprendemos
cuando imitamos o escuchamos criticas que vienen dirigidas hacia nosotros desde
otros miembros de la sociedad.
Desde el inicio de los tiempos, el ser humano se ha
formado siguiendo el modelo de sus antecesores, tanto de los que dejaban
constancia en la historia mediante libros, pinturas o esculturas, como de los
que dejaban huella en el corazón como es el caso de nuestros antecesores,
abuelos profesores de la infancia o simplemente seres queridos que para
nosotros han significado todo un modelo a seguir y a tener en cuenta en cada
paso del futuro. Por ello la veteranía es un importante factor a tener en
cuenta a la hora de hablar de enseñanza, ya que esta es el pilar fundamental de
la experiencia.
En mi caso particular podría decirse que una de las
figuras de las que más he aprendido en la vida fue ha sido y será mi abuelo,
una persona que me ha enseñado con su comportamiento lo que es la fuerza,
templanza, amor y paciencia; esta misma persona me ha hecho ver de la
importancia del tiempo algo que se esfuma, y que muchas veces olvidamos
disfrutar limitándonos a pensar en lo inexorable que es.
Sin embargo el tiempo no es algo malo, todo lo contrario,
es aquello que nos hace humanos, que nos hace aprendices, y con ello futuros
educadores. Y es que un educador no podría serlo sin el tiempo, ya que como
hemos citado antes primero hay que haber vivido y experimentado, y solo
entonces podremos transmitir nuestros
conocimientos como educadores. Aún así este estatus cronológico de que el
“viejo” es el único que puede enseñar no se da en todas las ocasiones, ya que
nuestros mayores también pueden aprender mucho de nosotros, al igual que nosotros
de nuestros menores, ¡o me vas a decir que jamás has enseñado a tu abuela como
mirar un sms en el móvil! Por ello podemos decir, que la condición humana tal y
como se cita en el libro de Savater “ El valor de educar” nos da a todos en
alguna ocasión la posibilidad de ser maestros.
Aun así y pese a que todos somos capaces de enseñar, es
precisa y necesaria la enseñanza que ejercen los profesionales de esta, ya que
ayudará a nuestros hijos y sucesores a ser mejores y más completos seres
humanos. Pero, para poder ser un buen profesional de la educación física por
ejemplo, no basta con que tengas una buena enseñanza universitaria, ni tan
siquiera con que hayas tenido una buena enseñanza secundaria obligatoria, lo
que necesitas es haber tenido una buena base desde los comienzos, ya que si la
estructura del edificio no está bien planteada desde los cimientos difícilmente
se aguante el monumento.
Con todo esto he querido abordar algunos de los temas que
se tratan en el libro de F. Savater “ El valor de educar”, libro que os
aportará una mayor riqueza en cuanto a los temas tratados y la importancia de
la enseñanza al igual de la indiscutible importancia que tiene la escuela en
nuestra sociedad.
Gran ensayo Ester.
ResponderEliminarComo a ti, mi abuelo también fue uno de mis grandes "profesores", me ayudó en todo y casi siempre tenía razón la verdad. El poder del veterano va mas allá de lo que vemos, ya que ellos ya han vivido muchas circunstancias...más sabe el diablo por viejo que por diablo... Así que en resumen, la parte de tu abuelo, me ha encantado y me ha supuesto un recuerdo enorme. Como bien dices tu, la base lo es todo, al igual la base que lo de encima, ya que tenemos que esforzarnos siempre por un todo, la educación.
Saludos Ester. Ánimo