La vida es como un inmenso mar, a simple vista solo nos
parece agua, pero si sumergimos la cabeza y observamos a nuestro alrededor
podemos llegar a comprender que no es solo eso, pues este está cargado de
alegría, de peces que van y vienen, de plantas que oscilan de un lugar a otro a
consecuencia de la corriente marina y de otros como nosotros que se deciden a
bucear en ese inmenso lago azul. Sin embargo el ser humano no posee branquias
para poder bucear constantemente y desgraciadamente tiene que volver a sacar la
cabeza para tomar aire, el problema está cuando olvidamos lo que hay abajo y
nos conformamos con la triste agonía de flotar a la deriva.
Son situaciones que nos ocurren a todos mientras navegamos,
pues en esta vida no solo nos topamos con días de color de rosa, también los
encontramos grises, negros, e incluso multicolores, pero lo importante no es el color que tenga el
día, sino nuestras fuerzas para coger oxigeno y sumergirnos de nuevo.
Cuando perdemos a alguien especial nuestro pecho se oprime,
los pulmones se cierran y la ilusión se desvanece; nos vienen a la cabeza los
recuerdos más bonitos que hemos compartido con esa persona, y la impotencia de
saber que jamás volverás a vivir nada parecido porque ahora os encontráis en
océanos diferentes, el miedo a la noche y al día, y el miedo a saber que esa
persona jamás volverá a darte lecciones de vida.
Sensaciones como estas las he sentido en mi pellejo, muchos de vosotros quizás también… pero sin
embargo todavía somos jóvenes, tenemos una vida muy larga por delante, y pese a
la tristeza tarde o temprano sentimos la necesidad de sumergirnos de nuevo.
Esto es algo más complicado para nuestros mayores, ya que
cuando se sienten sin aire por la pérdida de estas personas que les han
acompañado durante su bagaje, piensan que ya no tienen fuerza para luchar, que
sumergir la cabeza es algo que requiere tanta fortaleza que jamás conseguirán y
que por este motivo los años que les quedan a la deriva los pasarán.
Sin embargo nuestros mayores tienen fortaleza suficiente
para bucear hasta el final, y el hecho de la pérdida de un ser querido no debe
ser motivo de abandono; para contrarrestar este abandono y conseguir que en
ellos la alegría vuelva a brillar, nosotros los futuros profesionales de
actividad física deportiva tenemos una gran labor por delante, ya que con
nuestra aportación estaremos contribuyendo a que vuelvan a sensibilizarse con
la alegría de vivir, ya que actividad física se apellida vitalidad.
En nuestras sesiones además tendrán la oportunidad de conocer
diversas especies que habitan en el fondo marino, especies que quizás hasta el
momento habían pasado desapercibidas, aprenderán una forma de vida diferente
ligada a la actividad física, y bucear junto a buceadores que se encuentran en
situaciones similares a las suyas les ayudará a afrontar mejor su situación
personal.
En definitiva les
aportaremos salud y distracción, pues conocer nuevos buceadores con los que
recorrer los últimos kilómetros de los océanos, y lograrlo en una mejor forma
física los hará sentir como delfines, buceando sin parar y saliendo a la
superficie tan solo para saltar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario